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Por: Carmen L. Rivera-Lassén
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28 de marzo de 2013

 
Nos es nada más comer pescao’ e ir a Rincón, en Semana Santa hay que sacar tiempo para la reflexión. En un país que cada día es un capítulo de una de las novelas del llamado y ahora repasado por los españoles,  “boom” latinoamericano, llega la Semana Mayor de la cristiandad y en nuestro archipiélago las noticias se llenan de comentarios, unos más inteligentes que otros, sobre la violencia que nos arropa. Cuando no hay de esas noticias hay que ver la cara de los seres anclas de las noticias televisivas.

Toca sacar por lo menos un minuto, para mirar, pensar y reflexionar sobre a dónde vamos como pueblo, nación. Vaya este fajazo cultural a la necesidad y falta de reflexión que tenemos. La atamos siempre a la religión, pero hay otros aspectos de nuestra puertorriqueñidad, de la vida diaria, sobre la que hay volver el pensamiento, con todas las neuronas a capacidad.

 
 Hay que hablar, meditar, reflexionar:

  • ¿por qué en el  país hay el gusto, ya casi fuera de control, por los programas de chismes sobre raimundo y to’ el mundo?
  • ¿por qué no protestamos por lo mucho que han metido las manos en las arcas públicas los legisladores y sus secuaces, los asesores, las compañías especialmente creadas, los hijos de gobernadores, las esposas de alcaldes, los esposos de legisladoras, los hijos de los donantes de los partidos?
  • ¿por qué hay que pagar tanto divino asesor en el gobierno, a precio de oro? Los que se sientan en un puesto se supone que llegan con gran conocimiento. ¿Por qué no se le dedican esos fondos a programas de gestión social?
  • ¿por qué hay tantos Mercedes y BMW por las calles  mientras hay tanta gente en las luces de la Parada 18 vasitos en mano, pidiendo el cambio que le podamos dar?
  • ¿por qué hay tantos adictos viviendo bajo los árboles de la avenida Monserrate en Carolina y bajo las palmas del Ritz, palitos de mojitos en manos, se solean los aspirantes a ricos del país con sus mingos, “wannabes” de Guaynabo?
  • ¿por qué la prioridad del país no está en la educación y no acaban de nombrar al secretario de Educación?
  • ¿por qué  no fomentamos la agricultura y nos asombramos cuando descubrimos que tenemos agricultores y producción agrícola?
  •  ¿por qué las iglesias se quedan abiertas toda la noche del jueves al viernes santo pero los demás días tienen que cerrar temprano?
  • ¿por qué han decaído las procesiones en los pueblos, pero se hacen viajes a verlas en otros suelos?
  • ¿por qué no se terminaron de pintar los ángeles del altar de la iglesia de Santa Ana en San Juan?
  • ¿por qué el edificio de Párvulos permanece cerrado y sus paredes centenarias se deterioran a la vista de la imagen del Sagrado Corazón de María?
  • ¿por qué tanta música en los bares y establecimientos por la calle San Sebastián, una noche de jueves santo, desde el callejón de la Tanca al Soportal, máxime al paso de la visita del Arzobispo a los Siete Monumentos?
  • ¿por qué dormía un deambulante, arropado en un edredón, en la acera de la calle San Sebastián ante la mirada de los que iban a visitar el Monumento en Párvulos?
  • ¿por qué la Semana Santa se ha convertido en una de ir y venir a la playa, coger la lancha hacia Vieques o Culebra, irse de viaje a Estados Unidos, montarse en un crucero o quedarse en el hotel más próximo? Se hace todo esto, pero el país completo se tiene que enterar, porque el gasto hay que compartirlo y hacer rabiar a los vecinos.
  • ¿por qué llamamos música cristiana a la hecha por las denominaciones protestantes y excluimos la católica?
  • ¿por qué se le eleva el debate de las parejas del mismo sexo y no se hace el mismo por la crianza adecuada y el bienestar de los niños y niñas?
  • ¿por qué el éxito y bombardeo continuo, por la televisión de series sobre Pablo Escobar, los paramilitares colombianos y de cuanto capo hay?
  • ¿por qué se venden  iglesias en Alemania?
  • ¿por qué en Pakistán muere una profesora por enseñar a niñas? ¿Cómo está Malala?
  • ¿por qué nos acecha el fantasma de la guerra de Corea? ¿Cuándo habrá la ausencia de toda posibilidad de guerras en el mundo?


Con todo esto, me llega la voz de la amiga: -Hay que orar.-  A veces dice, - el mundo se debe acabar.-

Frente al altar, desde un banco, en el cuarto, en medio de una procesión, en la playa,  frente a la televisión y ver “Los diez mandamientos”, reflexionemos  y demos gracias a Dios, el que se representa en las imágenes del Crucificado, con sus potencias...

    Autora

    Carmen L. Rivera Lassén,
    Profesora Académica de Español. MA. Ed.
    Conservatorio de Música de Puerto Rico.

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